La vida del pintor es una búsqueda perenne, un sempiterno bucear en la intimidad de su ser para tratar de encontrarse a si mismo. Y esta búsqueda constante se traduce en una agonía, es decir, en una lucha. Una lucha contra la rutina, contra la vulgaridad, contra el adocenamiento. En una palabra, una lucha contra la propia muerte.

En Camaño Xestido, a juzgar por la obra que nos ha ido presentando periódicamente a lo largo de estos años, se aprecia esta constante insatisfacción, esa desesperante inquietud que le lleva a una constante superación.

A veces creo que no debería hablarse de evolución en la trayectoria artística de un pintor, sinó de revolución. Una revolución que ha de realizar en si mismo y que ha de ser su pan de cada día…

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